19 Nombre: Hombre Invisible 17-10-2022 (Mon) 03:02:46 [del]
Me cambié el nombre a Gilgamesh. El barrio se había desertificado. Ya no habían autos ni camiones. Ya no se conseguían cubiertas. Ningún tipo de repuestos mecánicos. Pero cualquiera con un poco de efectivo podía mandar a matar a un vecino y tomar sus órganos como repuesto corporal o como alimento. Era común comer polenta con riñón humano, arroz con seso. A mí me gustaban los fideos con corazón.
A menudo quería irme, pues fuera de lo culinario, no tenía motivos para quedarme. Así y todo, no hallaba la motivación para emprender el viaje del héroe. Cada día era una derrota del ánimo. Quizá estaba acostumbrado a perder, a morir pequeñas muertes. Vivía cervezalmente. Me gustaba la cerveza Pata-Agonía, pero la cerveza Brahma costaba LA MITAD. La malta de ésta era sustituída con potaje de orugas y avispas molidas. Lo sé porque trabajé en los morteros del alambique brahmin, donde un casto castizo de la casta mequetréfica intentó aniquilarme.
Con mi dominio de las artes marciales chinas, pude injertarle una escoba Cumulus Nimbus 2000 de Harry Potter en el upite a ese bellaco y remontarlo hasta la estratósfera, donde el vil truhán reventó como un sapo, debido al preciso sistema antiaéreo ucraniano.
Pero la vigilancia perpetua me captó con sus cámaras y fui condenado al destierro, en el desierto de Atacama.
20 Nombre: La Patasola 05-11-2022 (Sat) 09:45:57 [del]
Empecé a caminar hacia dentro sin detenerme. El desierto es maravilloso, todo lo doblega. La tecnología permitía surcarlo. Pero era inaccesible a nuestros devaluados billetes, a nuestra miseria sin par. También la constancia servía. Pero desnutrido e insolafo, mi cuerpo era una llaga.
Sucumbí.
Los djinn, los duendes y los vampiros trannies disfrazados de hienas con tacones se disputaron mi cuerpo. Los duendes, que eran siete, estan sedientos, insolados, vomitados y con los ojos como pasas (estaban ciegos).
Demás está decir que los vampiros trannies succionaron sus fluidos vitales con facilidad.
Los djinn esperaron a que volviera el sol abrazador. Mi cuerpo había sido devorado, adherezado con orégano, comino, laurel. Bebieron vino de dátiles. Retorcieron el cuerpo de uno de los duendes como si estrujaran un trapo de limpiar mesas sobre mi cuerpo para aportar humedad.
Los djinn pelearon entre ellos. "¡Se van a comer todo el cuerpo y tomar todo el vino!" "¡Weón, después los comemos a ellos!" "¡Pero no va a quedar VINO!"
Entonces saltaron con garras y colmillos.
Hacía décadas que no probaban vino.