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Monos de la infancia

1 [del]

A mí me gustaba mucho ed edd y eddy, a ustedes?

3 [del]

Inuyasha tiene muy buenos personajes tétricos... Naraku es uno de ellos... Prácticamente siempre se salía con la suya...

4 [del]

>>3
Rumiko Takahashi suele nutrirse del folklore y la mitología japonesa que no escatima en demonios y demás sordideces. A diferencia de Ranma, había escenas de muerte bastante turbias, como la del clan de Sango a manos de su hermano, poseído por Náraku. También los espadachines revividos por los fragmentos de la perla de Shikón... recuerdo algunos personajes revividos que se deterioraban hasta pulverizarse en el aire si se les extirpaban los fragmentos de aquella perla aciaga. Las avispas también tenían una importancia en la trama, puesto que le impedían al lascivo monje Miroku absorver a los enemigos con el agujero de su mano cuando esos insectos tenebrosos eran dispersados a su alrededor.

5 [del]

Estaba bien hecha la serie. Debieron haberla terminado en su momento y no haber esperado 10 años para terminarla...

6 [del]

>>5
Supe de la continuación, pero no creo que tenga sentido proseguir luego de eliminado el antagonista principal... ¿qué otra entidad podría estar a la altura de Náraku?
Sé que el gancho está más en mostrar la descendencia de Inuyasha y compañía, pero eso sólo no me motiva a ver qué se hizo a partir de una historia que ya había tenido su cierre.

7 [del]

>>1
No es un dibujo que yo haya seguido, pero encontré algunos fan-arts de gran calidad. Si los encuentro, algún domingo los suba a domingochan.

8 [del]

Era una noche oscura y tormentosa cuando los científicos decidieron inocular al simpático e inocente Pinky con feromonas de Piper Perri ratona.

Y bombardearon la próstata de Cerebro con testosterona enviagrada de Mandingo radiactivo.

Pinky no sabía cómo esquivar las embestidas de su socio cabezón y roedor.

Cerebro no tenía un gran calibre, pero Pinky estaba cansado de tanta fricción.

"Oye, Cerebro, ¿qué vamos a hacer esta noche además de tener sexo?"

A lo que su compañero respondió con grave voz:

"No sé tú, pero yo haré lo que hago todas las noches de un tiempo a esta parte, Pinky. Deslactosarme en tu ano."

 

Pasaban los meses y Cerebro pensaba cada vez más con "la cabeza de abajo", digamos.

Los científicos habían estado probando diversos lubricantes ratoniles para luego ensayarlos en cobayos humanos, como por ejemplo, en el Maestro Splinter de las afamadas Tortugas Ninja.

Pero si bien Pinky sólo se dejaba hacer ante los embates de su férreo compañero, se alejaba para llorar.

"¿Por qué lloras, Pinky?", inquirió Cerebro.

"Tú sólo me usas para saciar tu lujuria, Cerebro. Tú no me amas... ¡nerf!", gimió un inconsolable Pinky.

Los días pasaban, y Cerebro no sabía qué responder. El aumento demencial de su lascivia redujo su capacidad razonadora y retórica.

Se ordeñaba a sí mismo para alcanzar un estado de post-nut-clarity y, luego de unas descargas (y sus consiguientes claridades), alcanzó a pergeñar una respuesta para aliviar la tristeza de Pinky.

"Pinky, no llores. Me cuesta expresar mis emociones. Yo... yo sólo soy un simple ratón que quiere conquistar el mundo... y tu corazón..."

Pinky lo abrazó y empezó a descender hasta el ombligo del cerebral roedor que no podía creer el éxito de sus toscas palabras. Pinky ordeñó el cremoso lácteo ratonil, y tras ingerirlo, susurró "Bésame, Cerebro. Bésame."

Cerebro tembló, esto implicaba obedecer una orden, subsumirse a un intelecto inferior. Pero el placer fue tanto que hizo algo insospechado: Dejó de pensar y se entregó a los besos y los abrazós. Pinky reía y gozaba. "¡Nerf, nerf!" y le hacía cosquillas, le pegaba pataditas, pero Cerebro hacía caso omiso y con movimientos pélvicos buscaba a ciegas el anillo placentero de su leal socio.


Fin.